ADAPTACIÓN DEL CUENTO
"TODO TIPO DE PIELES"
Hace algún tiempo, cuando los grandes castillos estaban rodeados
de grandes bosques y había caballeros que marchaban de un lugar a otro en sus soberbios
corceles. Había una familia real, rey y reina, de gran belleza y bondad. Ambos
eran muy queridos por todo su pueblo por la forma tan generosa que tenían de
gobernar y por su gran elegancia y elocuencia en el buen hacer. Ella la reina
era muy muy pero que muy hermosa y tan coqueta que todo lo que se ponía le
resaltaba aún más todos sus preciosos encantos. El rey era consciente y estaba
encantado de que su mujer fuese así. Pero aunque eran muy dichosos en su forma
de vida había algo que todavía les faltaba, algún personajillo al que ofrecerle
todo lo que tenían.
El tiempo pasó y finalmente
llegó el día en que anunciaron que pronto nacería un príncipe o princesa.
Niña fue y tan bonita y
alegre como su madre. La llamaron Mariela,
la unión entre María y luz.
Todo parecía sonreír en este
lejano país, pero no duró demasiado, pues al poco de nacer la pequeña, la madre
enfermó. Los médicos más eminentes pasaron por la alcoba de la reina intentando
encontrar un remedio a su mal, todo en vano, la hermosa reina se apagaba. Ni
las carantoñas de la pequeña, ni todo el oro del rey conseguían una cura. La
reina consciente de todo lo que estaba
pasando hizo llamar al rey a solas, le dijo que entendía que como rey tenía un
deber ante su pueblo. Ella ya no estaría para acompañarlo pero debía seguir
gobernando con inteligencia y la princesa necesitaba un padre lleno de energía
que le enseñase el arte de dirigir con sabiduría y mucho cariño pues ya no
podría acudir a ella.
El rey, que la pena y el dolor no le dejaban
asimilar mucho, escuchaba con atención y asentía a todo lo que ella
decía." Una última cosa he de pedirte", dijo ella, "busca una
esposa que te cuide a ti y a nuestra pequeña". "Aunque te pongo una
condición, que sea más guapa que yo".
Al decir esto su voz, que como
era ya un hilo pidió que también llamaran a su pequeña, que a pesar de tener
muy poquitos años ya andaba y seguía la conversación. Además sabía que su mama
no se podía levantar de la cama y las visitas estaban muy limitadas. El irle a
dar un beso era lo que más le gustaba. Así que pasó corriendo y de un brinco se
sentó en la gran cama donde estaba su madre la reina. Ella, le ofreció su última sonrisa, quería
que su hija la recordara con la belleza que el amor emana. Le dijo "dame
un abrazo y un beso fuerte", la niña estaba deseando hacerlo así que sus
bracitos se agarraron a su cuello y apretó todo lo que pudo.
Justo en ese momento la madre le susurró al
oído; "se mi gran niña querida y cuida mucho de papa". La pequeña
asintió y se soltó, no sin darle un beso precioso en la frente, antes de bajar
de la cama.
Poco tiempo después la reina
fallecía y todo el reino lloró su perdida. El rey, a pesar de que solo tenía
ojos para su hija, su pensamiento siempre estaba ausente. No olvidaba su
promesa, aunque el corazón le pedía otra cosa. Sabía que tenía razón y ahora
tenía una labor más importante. De todos modos el corazón no siempre va regido
por la razón y esto era lo que le pasaba al rey.
La princesa Mariela,
mientras tanto, consciente de todo, pues el tiempo no se había parado, y en el silencio de su alcoba echaba de menos a
su querida madre. Cada noche acariciaba y besaba el retrato que tenía de ella
junto a su cama. Le contaba sus aventuras y sueños, y buscaba como consolar a
su desorientado padre. Lo que no
percibía era que ya se estaba convirtiendo en una mocita que iba superando cada
día la gran belleza de su madre.
Su padre si lo veía y eso le
ponía más triste porque no sabía cómo podría cumplir la promesa que en el lecho
de muerte había contraído con su amada. Los consejeros del rey también estaban
muy preocupados, pero que mucho, pues de seguir así el trono de la reina
seguiría vacío. Y en aquellos tiempos eso era intolerable. Tanta fue la presión
que el rey accedió a organizar un baile de máscaras donde las más bellas
princesas y nobles de reinos cercanos y lejanos pudiesen acudir. Las máscaras y
los vestidos debían reflejar sencillez, belleza y dulzura, que eran las
características de la antigua reina.
La hija estaba encantada con
la idea, pues a quién no le gusta buscar y pensar en un vestido de esas
características. Ella también acudiría al baile.
El rey lo tenía muy
complicado pues todos se esforzaron muchísimo y dejaron volar la imaginación
hasta lo inimaginable. Aunque desde que comenzó el desfile y luego continuó el
baile había una dulce figura que le llamaba poderosamente la atención. Ya casi
al final, llamó a su mano derecha y le comunicó su decisión, la de manos y pies
delicados con el traje y máscara de color perla era la elegida. Se lo diría y
al día siguiente acudiría a palacio.
Nadie lo sospechaba, ni el
mismo rey, pero cuando el hombre se acerco discretamente y toco en el hombro a la elegida y comunicándole
la decisión del rey, esta se llevó un sobresalto tan grande, se cogió tan
fuerte al palito que sujetaba la máscara que la ocultaba, que consiguió que no
se le cayera y descubriera su verdadera identidad.
Mariela le dijo, con voz muy
dulce: "al salón del trono mi
doncella acudirá mañana. Muchas gracias" y se despidió.
La princesa que era
tremendamente viva e inteligente consiguió salir del baile sin ser vista y se
fue a su cuarto donde su querida y fiel doncella la estaba esperando. Se lo
contó todo y juntas pensaron un plan. No podía permitir que el rey cayera en
una tristeza profunda cuando se enterase de que la elegida era su propia hija.
"Mañana te presentarás
en salón del trono y algo imposible le pedirás" dijo Mariela.
"Pero ¿el qué? contestó la doncella.
"Ya sé, ya sé. Un
vestido para la boda que brille como el sol de primavera".
Allí se presentó la doncella,
el rey estaba muy impaciente, y al escuchar la petición no lo dudó, "Así
se hará, pues ella bien lo merece".
Hizo llamar a los mejores sastres, sin reparar
ni en gastos ni complicaciones, y les puso a trabajar. En dos días estaba
terminado.
Cuando la princesa lo vio se
quedó sin palabras, realmente era complicado pero el amor todo lo puede. Debía
pensar más rápido y más y más. Bueno
otro le pediré que sea del color de la luna en invierno. El rey lo intentó y
también lo consiguió. Así que la princesa ya no sabía cómo actuar y dándole
vueltas pensó en el color del agua del lago cuando le daba el sol después de
haber llovido, era un espectáculo de otro mundo. Aún así el rey que su amor
había seguido creciendo también lo consiguió.
Mariela y la doncella solo
tenía en la cabeza como hacer para que su padre no descubriera que después de
todo lo que había pasado su elección era la menos acertada y apropiada. Solo le
quedaba la huida, pero lo tenía que hacer muy bien, rápido y de forma muy silenciosa.
Había
un pequeño asno en el establo, que si conseguía su piel, con ella se cubriría y
la huída sería más fácil. No lo dudó, esa misma noche debía marchar. Metió en
una gran bolsa sus tres vestidos, el retrato de su madre y un pequeño anillo
con una piedra preciosa, que su padre hacía poco le regaló y que antes había
pertenecido a su madre.
Cabalgó
sin parar día y noche, tanto que perdió la noción del tiempo. Cuando el
agotamiento ya no le dejó seguir se sentó junto a una gran puerta de hierro que
parecía la entrada a un castillo. Ella misma pensó, "habrá algún momento
en el que alguien la cruce y entonces imploraré ayuda. Un humilde trabajo que
me de de comer y un lugar donde reposar". No hubo de esperar mucho, pues
casi cuando terminaba el pensamiento, un carro tirado por dos caballos se
acercaba. En él viajaban dos lacayos que llevaban los víveres de la semana para
el castillo. Mariela, que ya parecía más una mendiga pobre y desdichada, que
una bella princesa, preguntó si a cambio de un trabajo le podrían ofrecer un
poco de comida y un jergón donde dormir. Ellos lo vieron como una posibilidad,
le dejaron subir al carro y la llevaron a un cobertizo detrás de las cocinas.
Estaba
encantada pero procuraba siempre pasar desapercibida, y desde luego nunca
desveló su verdadera identidad. Al terminar el trabajo del día, se retiraba a
su pequeño cuartito y seguía contándole a su madre, mirando el retrato, sus
sueños y desventuras. A veces se quitaba la piel de asno, y se ponía los
maravillosos vestidos que su padre le había regalado. Se movía por la
habitación con pasos ligeros pensando que estaba en el salón de baile. Necesitaba
alejar la tristeza de su corazón.
Un
día, era al atardecer, el hijo de los reyes del castillo, un príncipe pues, se
detuvo ante la puerta al escuchar unos ruidos extraños. Se inclinó y miró por
una pequeña ranura que había en la puerta, allí fue testigo de un espectáculo
que no esperaba, pues una grácil figura, vestida como un rayo de sol se movía
con la gracia de una bailarina. Quedó tremendamente prendado de ella. Tanto que
cada día frecuentaba el lugar para comprobar si había sido un sueño o era
realidad. Cada día aparecía la bellísima dama vestida de forma diferente, era
increíble lo que tenía ante sus ojos.
El
príncipe tuvo una gran idea, organizaría una gran fiesta, una fiesta en la que
toda doncella del reino podría asistir. Cuando se lo contó a sus padres estos
estaban encantados, pues pensaban que ya era hora de que el príncipe encontrase su princesa. Aunque no
intuían las verdaderas intenciones del corazón del príncipe.
Los
preparativos duraron un tiempo, y cada día él pasaba al atardecer para ver a
quién se había convertido en su amor ideal.
El
momento llegó, el baile comenzó y allí estaba ella, deslumbrante, dulce, llena
de color y vida. El príncipe no pudo esconder su alegría y bailó con ella mucho
más que con las demás. Estaba encantada, pero notaba que algo no iba bien. Pues
nada sabía de lo que él había estado haciendo. Pero Mariela lo conocía bien, y ya su corazón
también se había parado en él. Por ello no le importó sentirse elegida. Y con
mucho cuidado y gran pericia dejo deslizar su anillo, el regalo de su padre, en
el bolsillo de la chaqueta del príncipe. Y cuando creyó que ya no debía seguir
allí supo escabullirse discretamente.
Al
terminar el baile, el príncipe la buscó
sin encontrarla. No entendía nada, pero una cosa tenía clara no estaba
dispuesto a perder a "su
princesa". Esa misma noche, cuando
se quitó la chaqueta, el anillo saltó de su bolsillo. Él dio un brinco de
alegría, pues sabía que a ella le pertenecía. Ahora era fácil, a quién le
sirviese ese anillo sería la dueña de su corazón.
Era
un anillo que solo podía entrar en una mano sencilla y delicada, sería una gran
princesa y luego reina.
El príncipe hizo que todas
las doncellas que habían acudido al baile pasasen a probarse el anillo. Nada
consiguió, estaba muy extrañado. Preguntó por la chica del cobertizo detrás de
las cocinas, ¿quién era?. Le contestaron que una mendiga a la que un día habían
ayudado, y que como siempre estaba dispuesta a hacer bien su trabajo allí
seguía. Pero era muy improbable que hubiese acudido al baile, pues siempre
llevaba esa piel de asno porque aseguraba no tenía nada más. El príncipe
escuchó con atención pero dijo que también a ella se lo quería probar.
Obedecieron y la trajeron a su presencia de inmediato, y ante el asombro de de
todos el anillo se deslizó suavemente en su dedo. La piel se le cayó al suelo y
el príncipe reconoció el cabello de la muchacha con la que tanto bailó, su
color inconfundible e irrepetible.
La muchacha arrepentida le
contó toda la historia al príncipe. Este decidió que sin tardar se casaría con
ella, pues no deseaba otra cosa que pasar el resto de su vida juntos. Y como
tenía un gran corazón le propuso que uno de los primeros invitados sería su
padre, quién después de buscarla sin descanso había conseguido encontrar a una
mujer bella y sencilla con la que casarse.
Allí fueron y al ver el rey,
el padre de la princesa, en que se había convertido su hija, todos sus dolores
se convirtieron en alegría.
La boda duró varias semanas,
como las bodas de los castillos en los países lejanos. Todos disfrutaron y se
alegraron de que el gran príncipe consiguiera una gran y bella princesa.
Todos felices y así
siguieron por siempre jamás.
Fin
CAMBIOS Y RAZONES
El cuento se ha adaptado para que lo escuchen niños de 3º y
4º. A ellos les sigue gustando que los cuentos tengan ese tono mágico de
lugares lejanos donde las niñas se identifican con las princesas y los niños
con las grandes aventuras.
He procurado mantener la estructura del cuento, padres
fantásticos, perdida de un miembro de la familia, problema a resolver, huida
del hogar por fuerza mayor conservando objetos del pasado y resolución feliz
del conflicto.
Además de conservar el lenguaje de estos cuentos
folklóricos, los pequeños cambios que he introducido han sido que el padre
elige a su hija pero sin ser consciente, del modo que se hace en el cuento
original, el incesto, a esta edad de 8 años para ellos ni es una realidad
posible. Con su pensamiento concreto no son capaces de entender el alcance de
su significado.
El hada la he cambiado por una doncella, también salen en
los cuentos aquellos personajes incondicionales de los protagonistas que
siempre tienen un papel secundario pero muy importante.
La forma de huir, de acercarse al castillo y encontrar
trabajo. Un poco más reducido, como el enamoramiento del príncipe y su forma de
llegar a ella. Muy parecido a la cenicienta o a la bella durmiente, princesas
desdichadas que terminan con su príncipe azul y todos tan contentos, "con
sus perdices".
Son pequeños cambios que en la tradición oral se pueden dar
teniendo en cuenta que el que los relata mira a su público y habla. Yo he
pensado en mis alumnos de 4º y así se me ha ocurrido.
Piel de Oso, hermanos Grimn
WEBs utilizadas
http://claudiaysushistorias.blogspot.com.es/
http://www.grimmstories.com/es/grimm_cuentos/list
http://meriteniauncorderito.blogspot.com.es/
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/perrault/piel_de_asno.htm